
Esta historia trata de una mujer sin voz que jamás había pronunciado una palabra, el parto de su madre fue lacerante, Emma era su nombre y nadie le enseñó en que postura se debía nacer para hacerlo fácil, aún sin voz quería descubrir los horizontes de su bello mundo.
Su madre, una inteligente estudiante de universidad con una carga extra no soportó que Emma no hablase y la abandonó a las puertas de un convento. En él, fue aceptada la niña, como una señal del cielo y su falta de palabreo era obviado por todas las hermanas. Aunque ellas no querían, la adolescente mostraba insistencia en querer ir al instituto para conocer gente de su edad, a los catorce años ingresó en un instituto de buen prestigio, pero, pronto comenzaron los problemas.
La insensibilidad mezclada con el salvajismo de sus compañeros crearon que de su incapacidad del habla, nacieran palizas y risas. Emma empezaba a entender que el mundo no era tan acogedor como lo había dilucidado en sus sueños. Su vida fueron pruebas una detrás de otra, hasta caer en una casa de acogida donde los padres eran incapaces de procrear por si solos y se les brindó la oportunidad de una adolescente, estudiosa, humilde y que no daba ningún problema, eso en 1966 era muy importante.
Se hicieron pronto una gran piña, encajó como un guante aportando todo lo que podía a la casa sin pedir nada a cambio. Su vecino Paul, alto y guapo, era pretendido por muchas chicas pero Paul había visto en Emma a su futura mujer, ella caminaba con él a la biblioteca todos los martes por la tarde y recogían algo para leer o para comer como Paul decía, no se había dado cuenta del póster de la entrada ‘’Club de escritura’’ pero a ella le había atravesado como una flecha. Al poco tiempo, casi no la veía ya, siempre estaba escribiendo, ¿se sentía celoso de un club?
La visitó a las tantas de la noche: sus padres le dijeron que estaba arriba escribiendo, que la sacara a pasear. Cuando entro en la habitación la vio llena de papeles y a Emma sentada en el escritorio gastando el bolígrafo, al terminar la hoja le dio media vuelta y la poso encima de un taco de folios escritos. La sorpresa lo inundó, lo dejo sin habla, ella le miraba extrañada y hablaron con signos:
—Hace meses que no te veo, esperaba una señal tuya, cualquiera, y ¿me encuentro esto?
—“No entiendo, ¿a que te refieres con esto? estoy trabajando duro en lo que me gusta”...—pensó desconcertada—.
—Creía que yo entraba en las cosas que te gustaban— le hizo saber Paul de forma tierna
—Paul, no te veo así, antes de encontrar un chico quiero encontrarme a mi misma— le dijo con lenguaje de signos y ojos acuosos—.
—¿y lo harás entre todos estos papeles?
—“Puede ser”
—Mi hermano tenia razón, eres una calientabraguetas.
El padrastro de Emma al escuchar la falta de respeto de Paul aunque ella no, entro en la habitación y se dispuso a cruzarle la cara al adolescente, pero ella lo detuvo, y salió al rellano, volvió a entrar y fue ese el momento cuando un puñetazo lo tumbó en la cama a Paul.
—¡Esa es mi niña! —dijo el padre mientras subía corriendo la madre— le está dando una lección a su amigo, mira conmigo.
***
Emma visitó a una psicóloga y determinó con exámenes y citas que la adolescente era frígida, era inapetente de sexo y no disfrutaba con el.
Pero fue escritora, sus padres vieron y disfrutaron su éxito como era su deseo, y escribió líneas donde daba visibilidad al amor, a las dificultades en la vida y lo volátil del éxito, hasta la hora de su muerte.
Germán Hernández
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